30.8.13

Entrevista de Cuqui (Bitácora de Vuelo)

LILIANA PAOLINELLI

18

GELLHORN VA A LA GUERRA Y LAS CINEASTAS ARGENTINAS TAMBIÉN

Por Cuqui
La guionista y directora Liliana Paolinelli estrena su tercera película, Amar es bendito.  Trata sobre el amor y la infidelidad entre mujeres con tragedia y humor a la vez, lo que recuerda al clásico Esperando la carroza (Alejandro Doria, 1985).
Paolinelli es una cineasta de perfil bajo, como la directora Ana Piterbarg de Todos tenemos un plan (2012), con Viggo Mortensen; o Paula Hernández, directora de Un amor (2011) -basado en el cuento “Un amor para toda la vida”, de Sergio Bizzio-, protagonizada por Elena Roger. Ni qué decir de Lucía Puenzo, directora de XXY (2007), también basada en un cuento de Bizzio, y estrenando por estos días Wakolda; o de Lucrecia Martel trabajando en la adaptación de Zama, novela de Di Benedetto. Estas directoras traen  películas con búsquedas visuales y guiones no convencionales. El cine argentino dirigido por mujeres está en su esplendor.
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- Durante todo el filme hay mucho humor desde la tragedia, no así en los momentos más violentos del personaje masculino, Mario. ¿Qué películas tenías como referentes antes de empezar el rodaje? 

Antes de rodar descubrí una película de Robert Aldrich llamada El asesinato de la hermana George. Me deslumbró. Me ayudó a entender el tono en el que quería que transcurriera la película, mejor dicho, la multiplicidad de tonos, ya que Amar es bendito discurre en distintas zonas sin ubicarse en un género determinado. Algunos lectores del guión me decían que no había un tono definido, reclamándome algo así como una toma de posición. Con la película de Aldrich entendí que el tono de la película estaba claro, y que pasaba por la imposibilidad de clasificarlo. Lo mejor que podía hacer entonces era respetar las leyes específicas de la propuesta, es decir, no imponer al relato ningún elemento ajeno a su estricta naturaleza, ya sea estilístico, de mercado, etc. En el film de Aldrich hay una escena sexual entre dos mujeres (Susannah York y Coral Browne) intensamente perturbadora y está tratada como si fuese una película de terror, lo que la aleja completamente de los lugares comunes de la representación del erotismo.

- En el cine casi no se trata el amor entre mujeres, ¿por qué decidiste tocar ese tema? 

El amor femenino no ha tenido demasiada visibilización en la historia y tal vez el cine esté dando cuenta de eso. El amor entre mujeres siempre se ha asociado a la amistad y al compañerismo, a la solidaridad. No molesta tanto como sí perturba, en cambio, el amor entre varones. El amor femenino no luce como algo amenazante bajo la óptica machista, habría que preguntarse por qué ya que en cierto modo dos mujeres que se quieren traen implícita la exclusión de un hombre. O de dos. Sería interesante investigar la naturaleza de esta atracción, más que por un par de mujeres teniendo sexo, por estar “fuera” de ellas.

- ¿Por qué Ofelia (Mara Santucho) permite que un hombre le pegue y además lo introduce/introduce esa violencia en su pareja y conflictos de pareja? ¿El juego de la infidelidad/intercambio de parejas es otra forma de violencia?

Si habláramos de un caso real es posible que la mujer en cuestión debiera acudir a un terapeuta para averiguar las razones de esa permisividad… En la película he preferido dejar las causas en la oscuridad, porque creo que un personaje es tanto más atractivo cuando no es cabalmente consciente de lo que es. De hecho, en la vida real no nos conocemos muy a fondo, y esa “ceguera” es parte de los atributos que creo tienen los buenos personajes. Ofelia no advierte que será víctima de la violencia de Mario: en su desesperación por equipararse frente a Mecha, agarra lo primero que se le cruza; quizá Mario da signos de brutalidad ya desde su primer encuentro (no está mostrado en la película) pero Ofelia sencillamente no lo ve. Ni siquiera tras haber recibido la cachetada es capaz de poner un límite a Mario sino todo lo contrario, se los presenta a Mecha y Ana Laura. Supongo que lo que más quiere Ofelia es creer que ella también puede conseguirse un amante –cualquiera, el que sea–, y sufre el costo de su desesperación. La infidelidad como forma de violencia puede ser, no lo había pensado. Produce dolor y bronca, a la vez es medio inevitable cuando tiene que pasar. El intercambio de parejas en Amar es bendito no surge del impulso deportivo y “amplio”que anima a los swingers, por ejemplo. Las pulsiones en los personajes se originan en la angustia, en la necesidad de autoestima, en la revancha.

- Más allá de los problemas que se presentan en las relaciones entre mujeres en tu película, no hay punto de comparación a la violencia y maltrato que genera el varón. ¿Fue algo premeditado en el guión o es tu opinión acerca de los hombres?

No me animo a juzgar a todos los hombres por igual, hay de todo, como mujeres hay de todos colores también. El hombre de la película tiene una dosis de brutalidad considerable, pero no hay que perder de vista que viene convocado por Ofelia, impelida a su vez a tener una amante, ya que Mecha no renuncia a tener la suya. Pese a que Mario es violento, tiene atributos femeninos: el hecho de que siempre las mujeres le pagan la comida, lo llevan y traen en auto… Mario está feminizado por ellas, es activamente pasivo. Mecha, por otra parte, exhibe caracteres varoniles no exentos de agresión, si bien es verdad lo que decís, que la violencia psicológica no se equipara a un cachetazo. Quiero decir, que las cargas de masculinidad y feminidad están bastante repartidas en los personajes de la película.

- ¿Cuántas veces filmaron la escena de Mecha llegando borracha a su casa? ¿No se tentaban de risa?

Esa escena se repitió unas diez veces. Quizá nos tentamos en la primera toma pero en la última queríamos que saliera bien e irnos a casa, porque además del cansancio –era la última toma de la jornada – rodábamos en el palier de un edificio y no queríamos incomodar a los vecinos  ya que al día siguiente teníamos que seguir filmando en esa locación. Sí en cambio, nos tentamos a morir en la escena del pub, cuando Ofelia recibe la proposición del cambio de parejas. La carcajada de Mara era epidémica, tardábamos mucho en ponernos serios de nuevo.

- ¿Hay cortes por risas registrados como backstage?

En general no hay momentos grabados a modo de backstage, cuando damos el corte la cámara se pausa. Y está bien que no quede registro de lo que ocurre detrás. Se filman backstages como material de promoción, como si pudiera revelarse allí el secreto de la cocina de un filme, pero en realidad los secretos del oficio son un poco intransferibles, por lo menos a través de ese medio. Hace mucho que no hago backstages, no es para nada relajado que te filmen mientras estás trabajando. Tomamos fotos, tampoco demasiadas.

- ¿Llevaste un diario de rodaje? 

No en Amar es bendito, si llevé un diario en Por sus propios ojos y está pubicado en el blog de la película. Ese tipo de registro me entusiasma un poco más, pero como ya lo había hecho antes pensé que iba a aburrir si lo hacía otra vez. Si bien cada película es distinta, siento que hay un exceso en pretender mostrar la cocina de todo, los secretos, la intimidad. Se pierde el misterio de las cosas. Uno deja de ser ser libre, no podés putear porque alguien te está filmando, o te ponés a “actuar” y puteás como jamás lo harías en la vida real porque sabés que eso se va a ver en algún momento. Donde hay cámara siempre hay actuación. Repito: no está mal resguardar un poco de misterio, esto no significa ir en contra de la difusión de nuestro trabajo, pero no hace falta exhibirse tanto para enseñar. El misterio es estimulante.
Mara Santucho, Claudia Cantero (3)

- ¿Por qué Mara Santucho, al menos hasta el momento, es tu actriz fetiche?

La quiero mucho, me divierte, somos amigas. Nos conocemos desde que ella tenía 14 años y no hemos parado de sorprendernos ante los cambios que la vida nos fue deparando. Aprendo mucho de Mara, tiene una desfachatez sanadora, se anima a hacer de todo, a decir cualquier texto. Y esa valentía o inconsciencia me resulta reconfortante.

- ¿Pulís el guión durante el rodaje o está exacto antes de filmar? ¿Cuánta licencia de improvisación dejás a los actores?

Reescribo el guión cuantas veces sea necesario hasta encontrar la palabra justa. Dedico mucho tiempo a ello, no tengo pruritos con la cantidad de versiones que vayan resultando, 40, 80. En el inicio de los ensayos hago improvisar a los actores en base al contenido de la escena. Les pido que lo hagan sin atenerse a las palabras del guión. Esto sirve para que el actor encuentre su “nota”, como si se afinara al igual que un instrumento de música. Que se encuentre a sí mismo en el rol, que entienda lo que le pasa. Cuando parece que ya lo consiguió, le pido que haga la escena utilizando las palabras del guión. Si hubiera alguna palabra que le resulta incómoda o demasiado literaria, buscamos un sustituto cuidando no modificar el sentido. Muchas veces, en las improvisaciones se consigue espontaneizar el texto pero está muy presente el riesgo de banalizarlo. Por supuesto que si el actor descubre un gesto, una forma de decir que no está pautada y viene bien a la obra, se adopta.

- ¿A quién le mostrás la película una vez terminada? ¿Tomás las observaciones de tu espectador ideal para hacer ajustes, como Hitchcock con su esposa Alma Reville o la mostrás como obra acabada?

Cuando hice Por sus propios ojos mostré la edición final a muchísimas personas y casi me vuelvo loca ajustando. A Lengua materna se la mostré a un amigo. Y Amar es bendito la vio solamente la asistente de dirección. Me sentí muy segura con la edición. Con la montajista nos tomamos un tiempo cuando creíamos que el trabajo ya estaba listo, y al volver a encontrarnos, la perspectiva de la distancia nos permitió ver con una mirada crítica.

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